Opinión

La cadena mágica

Por Adrián Ruiz

Recuerdo que, en mi último año de secundaria en la materia de contabilidad, nos pasamos gran parte del último semestre realizando el trabajo práctico final, que consistía en plasmar los asientos contables en el “libro mayor”. Aquello implicaba trabajar de forma muy ordenada porque cada vez que se terminaba una hoja del libro había que hacer el “transporte” de los saldos a la siguiente página y si se había cometido algún error en alguna página previa, se replicaba en todas las subsiguientes. La única forma de solucionarlo era borrar y volver a escribir todos los saldos
desde la página del error hasta el final.

Hace tiempo las bitcoins empezaron a aparecer en la tapa de los diarios como uno de los agentes de cambio del sistema financiero global. Sin embargo, no fue sino hasta hace poco que se empezó a hablar de lo que estaba por debajo de ellas y que representa una revolución aún mayor, no sólo para el sistema económico, sino para cualquier ámbito que pueda beneficiarse de la gestión descentralizada y segura de información. Hablo del blockchain o cadena de bloques, una tecnología que tiene el potencial de generar una nueva revolución en la era de la información.
Si pensamos en aquel trabajo de contabilidad, cabría mencionar el siguiente detalle: debido a que todos teníamos que plasmar exactamente los mismos asientos contables, el profesor conocía a la perfección los saldos con los que debía cerrar el “libro mayor”, que eran los mismos tanto para mi libro como para los de mis compañeros.

Todos ellos, debían terminar conteniendo exactamente la misma información. Ahora, imaginemos una situación hipotética. ¿Qué tal si por algún tipo de magia todos nuestros libros se comportaran como uno solo? ¿Qué tal, entonces, si nos hubiéramos distribuido los asientos contables entre toda la clase, de modo que cada uno sólo escribiera en su libro los asientos que le hubieran tocado en suerte? ¿Qué tal si una vez escrito un asiento, éste se replicara en el resto de libros de manera automática? ¿Qué tal si, además, se tiene la capacidad de deshacer cualquier intento de modificar cualquiera de los asientos escritos de forma previa?

Ciertamente, este modo colaborativo de realizar el trabajo escribiendo en forma distribuida en los libros (que funcionan como uno solo) hubiera sido mucho más eficiente en tiempo y esfuerzo. Hoy en día, el blockchain hace realidad esa magia. Resulta apasionante imaginar la posibilidad de una red descentralizada entre bancos, grandes empresas, pymes, organismos públicos y Fintech’s, que permita compartir e intercambiar valor en forma consensuada y segura.

Basta con soñar con la realización de operaciones mediante una red blockchain en la que todos los nodos estén de
acuerdo. Cada entidad tendrá su copia de “libro mayor” y podrá confiar en la información allí plasmada. Esto permitiría reducir tiempos de ejecución y validación, costos de reprocesamiento, consolidación y compensación
ante errores. Este es sólo el inicio; el potencial es enorme y las posibilidades incontables. La transformación digital no se detiene, se acelera. De hecho, ya se está hablando de hashgraph como una evolución de la cadena de bloques.

Editorial

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