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La importancia de gestionar la fecha de caducidad

Santiago Loaiza, Corporate Account Manager de Food Retail Services, Ecolab México

Imaginemos que un cliente camina por los pasillos del supermercado, revisa la lista de víveres a comprar y toma aquella lata de verduras, bote de yogurt o paquete de jamón de su preferencia. Inmediatamente busca la fecha de caducidad, al darse cuenta del día límite de consumo está cerca prefiere buscar otro con fecha más lejana.

La cantidad de alimentos desperdiciados por descarte del consumidor a partir de la fecha de caducidad es alto. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), al año se desperdician 1 300 millones de toneladas de alimentos en el mundo, el 54 % del desperdicio ocurre durante la producción, manipulación y almacenamiento pos cosecha y 46 % restante sucede en las etapas de distribución y consumo de los alimentos. 

Mientras tanto, en México se desperdician 20.4 millones de toneladas de alimentos cada año, casi 158 kilos en promedio por persona, de acuerdo con el Banco Mundial.

Aquel número que marca el día límite de consumo es establecido por la propia industria a partir de estudios que exponen a los alimentos a distintas condiciones (luz, oxígeno y temperatura) para ver cómo reaccionan; con los resultados se obtiene un promedio. Por lo que las fechas de caducidad son una guía para orientar al consumidor y no significa necesariamente que en todos los casos, un comestible no sea apto para su consumo.

Ahora bien, la fecha de caducidad determina la vida útil del alimento perecedero, lo que se traduce en que puede convertirse en un peligro para la salud después de un corto periodo de tiempo; por ejemplo carnes y pescados frescos, huevos, lácteos y embutidos. 

En cuanto a la fecha de consumo preferente, ésta indica el tiempo en el que el producto conserva sus propiedades (olor, sabor, textura). Su ingesta posterior al día indicado no significa necesiaramente un riesgo para la salud. Lo recomendable es apoyarse de los sentidos para identificar si un alimento esta fresco. 

Por otro lado, habrá víveres no perecederos como latas, pastas, leguminosas, mermeladas, azúcar, por mencionar algunos, que se pueden guardar indefinidamente.

Sin embargo, en la industria minorista de alimentos es común la necesidad de vender consumibles que estén en bodega, por lo que se recomienda posicionarlos en ofertas especiales a fin de desocupar espacios en almacén.

Otras acciones comunes para agilizar el movimiento de consumibles con fecha caducidad próxima en los supermercados es ofrecerlos a los empleados de manera gratuita o enviar mercancía a centros de beneficencia pública.

Es una buena práctica para el consumidor no tomar alimentos perecederos del anaquel o exhibidor. Es importante asegurarse que el producto no sólo no esté caduco, sino que su fecha de caducidad sea mayor que la fecha en la que espera consumirlo en casa. Eso no sólo garantizará un producto en buen estado de frescura, textura y sabor sino que minimizará cualquier riesgo de enfermedades transmitidas por los alimentos.

La seguridad alimentaria es una labor de todos, tanto de los productores, intermediarios y los propios consumidores. La mayoría de las veces, funciona mejor el uso de nuestros sentidos y la experiencia para aprovechar de la mejor manera los alimentos y ayudar a reducir el desperdicio de víveres.

Editorial

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