Seguridad Alimentaria, no puede haber un plan B
Santiago Loaiza, gerente Cuentas Corporativas, Food Retail Services, Ecolab México
Frente a tiempos sin precedentes, parece que todos buscan alternativas: nuevas fuentes de energía, diferentes formas de conectarse e, incluso, nuevas tecnologías de transporte. Últimamente lidiamos con muchas opciones en muchos de los aspectos de la vida cotidiana, sin embargo, cuando de seguridad alimentaria se trata, no puede haber un plan B.
Como consumidores, somos empujados en dos direcciones… a veces, lo que nos atrae son las viejas opciones confiables, como nuestras marcas favoritas, las que tienen un precio acorde con nuestras capacidades o las opciones de alimentos de nuestra infancia. El otro camino, son las nuevas opciones en el mercado, ya sea un nuevo sabor, una marca en lanzamiento o simplemente algo distinto a lo habitual. Podemos buscar artículos tradicionales en nuestros restaurantes habituales y luego buscar la última tendencia en las tiendas de autoservicio.
En un mercado lleno de alternativas saludables (bajo en grasas, bajo en calorías, orgánico), nuevas proteínas, sustitutos de alimentos e, incluso, opciones distintas a las formas tradicionales de comprar, hay una característica de los alimentos que nunca debe aceptarse de otra forma que no sea la auténtica y tradicional: la inocuidad alimentaria.
Hace décadas, en los supermercados promovían el mismo aspecto y sabor de los alimentos tradicionales, pero enlatados, congelados o en alguna otra presentación, con lo que aprovechaban las nuevas tecnologías (de esa época) a medida que estaban disponibles.
Los disruptores actuales en el mercado vienen en muchas más formas, desde ingredientes hasta empaques; desde servicio al cliente hasta compras experienciales, y desde ingredientes crudos hasta productos que involucran alta tecnología.
La pandemia mostró cuán probable es que los consumidores estemos dispuestos a pasar de ir a un restaurante o tienda de comestibles a usar apps o servicios de compra de terceros y recibir alimentos a domicilio. Las predicciones para el futuro de los alimentos incluyen robots en la producción de alimentos, inteligencia artificial, Internet de las Cosas (IoT), blockchain e incluso drones de entrega. En pocas palabras, una evolución a ritmos acelerados, sin embargo, volvemos a la necesidad básica de seguridad en lo que llevamos a nuestra mesa.
El ingrediente fundacional y común denominador a través de todas estas innovaciones y disrupciones en el mercado siempre debe ser la seguridad alimentaria. Esto no es negociable.
Vemos esta expectativa de seguridad en todo tipo de innovaciones: en la industria automotriz, en un parque de diversiones o en las aplicaciones que descargamos a nuestro celular. Estamos ávidos de poder hacer las mismas suposiciones sobre los posibles riesgos hacia nosotros o hacia nuestra familia, independientemente de los tipos de cambios novedosos en los productos o del tamaño y la reputación de la empresa detrás de la etiqueta o del retailer que lo vende.
Antes de que una marca de alimentos invierta demasiado en el marketing de nuevos productos o en su compromiso con cuestiones no relacionadas directamente con los alimentos, la cantidad que prioricen e inviertan en la seguridad alimentaria siempre será primordial para generar y mantener la confianza del consumidor.
En términos de daño a la marca, muchas empresas luchan por liberarse de la duda y desconfianza persistentes (y la consecuente pérdida de clientes) años después de haber sufrido brotes de enfermedades que ocuparan los titulares de las noticias nacionales, y después de haber dado grandes pasos para mejorar su capacitación al personal y protocolos. Algunos nombres de empresas estarán asociados para siempre con sus fallas en la inocuidad alimentaria. El consumidor cobra muy caro esos descuidos u omisiones.
Buscamos que las empresas de alimentos no estén supeditadas al cumplimiento normativo de la seguridad alimentaria, sino que prosperen en la excelencia de la inocuidad alimentaria e incluyan esto como un ingrediente fundamental en cada uno de sus productos. Si bien se pueden encontrar muchos ejemplos de empresas que viven esto, dicho liderazgo debería convertirse en la norma y dejar de reconocerse como excepciones.
La inocuidad de los alimentos nunca debe verse como una alternativa, sino como un componente primario e indispensable de los alimentos y su comercialización.