Blockchain, IA y biometría apoyan boom de emprendedores
Miguel Espinosa Rescala, CEO en DICIO
En un país como México, donde se calcula que el número de empresas micro, pequeñas y medianas es de 99.8% de los establecimientos del sector privado y paraestatal registrados en los Censos Económicos 2019 del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), se hace indispensable poner más atención en estas últimas, sus necesidades y sus retos, ya que constituyen el catalizador de la economía, sobre todo, en tiempos como los actuales, en los que la economía mundial sufre uno de sus mayores reveses históricos.
Uno de los principales aspectos a poner atención es precisamente la relación poco formal o nula que tienen con el sistema financiero, lo que a su vez les impide acceder a productos que habilitarían crecimiento, empleos y derrama económica. Estos productos van desde seguros y créditos hasta cuentas corporativas que los hagan más confiables ante sus consumidores.
¿Quiénes y cómo son estos microempresarios? Llamamos microemprendimiento a la actividad económica de poca inversión que uno o varios emprendedores realizan, donde generalmente no existen empleados ya que son los mismos emprendedores los que desempeñan las labores necesarias para el negocio, con base en sus propios conocimientos o habilidades.
Dado que la mayoría de estos microemprendimientos se realizan directamente en el hogar y, generalmente, en solitario, también es común que los emprendedores se concentren en la realización y la calidad del producto o servicio, dejando en un lugar secundario su formalidad como empresa. Y este es el punto de inflexión que puede significar la permanencia o no de un microemprendimiento, ya que a la larga impactará directamente en la confianza del consumidor, lo que se intensifica en un escenario nacional en el que las pymes tienen una esperanza de vida de entre cinco y 10 años, de acuerdo con el ejercicio “Esperanza de vida de los negocios en México”, del INEGI.
Uno de los rasgos distintivos de este sector es que nace y se desarrolla digitalmente: promueve sus productos, obtiene clientes, cierra alianzas y realiza sus transacciones de manera remota, a través de redes sociales o aplicaciones. La relación con cada uno de los actores que hacen posible su existencia y éxito puede ponerse en riesgo si estos no perciben que sus datos están protegidos y que pueden tener confianza en realizar transacciones online.
Esta es la oportunidad de oro de bancos y sistema financiero en general, ya que al ser entidades más robustas y con una tradición de gestionar grandes proyectos de transformación digital pueden convertirse en el habilitador de los microempresarios, por ejemplo, para la identidad digital, una solución biométrica de alta seguridad para proteger y compartir la identidad online y que, paulatinamente, puede convertirse en un factor que marque la diferencia en el rumbo del negocio pues jugará un papel relevante en la fidelización de los clientes.
Biometría, inteligencia artificial y blockchain son las tecnologías detrás de soluciones como la identidad digital ya que aportan, precisamente, todos los elementos de seguridad que un usuario necesita para entregar sus datos, paso que es imprescindible en las transacciones en el mundo digital.
En un escenario mayor, el no contar con una identidad digital es algo que puede excluir a múltiples jugadores pues, por motivos regulatorios en todo el mundo, comenzará a convertirse en un estándar, de manera que se consolide y se vuelva un elemento tan básico como lo es hoy nuestro pasaporte o nuestra credencial de elector.
Pero esto no terminara de hacerse realidad si no se demuestra que la seguridad y la privacidad están 100% garantizadas, lo que es decisivo para el desarrollo de todo el ecosistema, ya sea en su lado económico, financiero o social, es decir, para el crecimiento integral como individuos y como sociedad.