¿Hacia dónde va el consumo?
Al hablar de consumo no sólo nos referimos a la adquisición de bienes materiales de todo tipo, sino también de servicios, como comidas en restaurantes, alojamiento en hoteles, además de otros que se adquieren recurrentemente, como transporte y diversiones
Por: Doctor Javier Salas Martín del Campo
Los determinantes del consumo pueden medirse a través de indicadores económicos que, en un momento, señalan la dirección de un mayor gasto o la contracción del mismo. La forma en la que las familias distribuyen sus erogaciones en estos satisfactores está en función del número de miembros del hogar y de su edad, así como de los recursos con los que cuentan. El presente artículo trata sobre los principales determinantes del consumo, para ver qué es lo que puede esperarse de esta actividad en 2019 y 2020.
Determinantes del Consumo
Las determinantes se relacionan con indicadores económicos como el salario, los precios, el crédito, el gasto gubernamental en programas sociales, la demanda de dinero (billetes y monedas en circulación) y recursos del exterior que entran en forma de remesas. También, conviene mencionar variables como el sentimiento de los consumidores, que se explica por la marcha de la economía en general, así como por la situación financiera presente de la familia y su perspectiva futura. El escenario económico es consecuencia de la participación del Gobierno, que puede estar tomando medidas adecuadas para el bienestar social y el crecimiento económico, o fallar en esta tarea.
Salarios e Inflación
Existen diferentes definiciones de salario, las de mayor difusión son mínimo, remuneración promedio de los afiliados al IMSS, salario contractual en empresas de jurisdicción federal, remuneraciones medias en diversos sectores como manufactura, maquiladora y construcción, publicados por el INEGI, y contratos de Ley. Los salarios deberían crecer de acuerdo con la dinámica de los precios, pero también atendiendo a la productividad del trabajo, para evitar que los aumentos salariales desalineados provoquen inflación.
México ha experimentado crisis recurrentes desde 1976, en las que se dieron devaluaciones abruptas del tipo de cambio y se generaron condiciones económicas recesivas. Dentro de los instrumentos de política que se emplearon para enfrentar las crisis y frenar la inflación fue la contención salarial, que de alguna manera provocó caídas en el salario real que se obtiene de descontar la variación de los precios a las percepciones nominales.
El salario real en México, en sus diversas definiciones, experimentó severas contracciones en los años de crisis económicas que se caracterizaron también por la elevada inflación. Este fue el caso en 1977, 1983, 1995 y 2008. Posteriormente, a medida que la inflación alcanzó un nivel bajo y estable, se han recuperado ganancias en el salario real (Gráfica 1). Sin embargo, estas ganancias no han sido mayores porque no están acompañadas de aumentos en la productividad, la cual se ha mantenido relativamente estancada (Gráfica 2).
Crédito
El crédito es un instrumento fundamental para facilitar el consumo. Sin embargo, debe utilizarse con prudencia, porque en un escenario de elevadas tasas de interés puede dar lugar a problemas de insolvencia por parte de los acreditados para servir su deuda, lo cual se convertiría en un detractor del consumo a futuro. La tasa de variación del crédito personal alcanzó un máximo en junio de 2016 (23.1 por ciento) y a partir de ese mes ha mostrado una tendencia decreciente a medida que la tasa de interés ha ido en aumento, situándose en mayo de 2019 en un 1.7 por ciento. Misma situación ocurre con el crédito en tarjeta bancaria, cuya tasa de variación ha mostrado una desaceleración desde junio de 2017 (9.9 por ciento) hasta alcanzar el 4.9 por ciento en mayo de 2019 (Gráfica 3).
Cabe señalar que el crédito es un medio de pago que promueve las ventas en el canal moderno del comercio, ya que en muchos casos ni los mercados tradicionales, ni los informales cuentan con este instrumento. Este hecho se apoya en la comparación de la tasa de variación de la actividad comercial al menudeo medida por el INEGI, y la de la ANTAD, que, en los últimos años, en general, ha sido mayor (Gráfica 4).
Billetes y Monedas en Circulación
Las familias y las empresas demandan billetes y monedas para llevar a cabo sus transacciones cotidianas. Dicha demanda debería crecer al mismo ritmo que el Producto Interno Bruto nominal (PIB). Sin embargo, en los últimos años, su tasa de variación ha sido sumamente errática, ya que pasó de niveles de dos dígitos de 2014 a finales de 2018, y posteriormente, dicho indicador ha mostrado una baja significativa indicando la posible desaceleración de la economía (Gráfica 5).
Cabe señalar que, cuando se presentó una elevada demanda por billetes y monedas, no parece haber afectado a la inflación, la cual se mantuvo estable. Probablemente, esta demanda reflejó operaciones ilícitas del crimen organizado o transacciones en los mercados tradicional e informal, por lo que la autoridad monetaria no lo consideró un riesgo inflacionario.
Gasto Gubernamental
El gasto del Gobierno en programas sociales promueve el consumo en alimentación, compra de ropa, calzado y avituallamiento del hogar. En 2019 el nuevo gobierno inició con un cúmulo de programas sociales que eventualmente pueden impactar el consumo en diversos canales, aunque es probable que un porcentaje importante se destine a los mercados tradicional e informal. Tampoco está claro el grado de implementación exitoso de estos programas por problemas técnicos y organizacionales.
Remesas de Trabajadores en el Exterior
Las remesas de los trabajadores que laboran en el exterior han mostrado un crecimiento significativo desde 2016. En la Gráfica 6 se observa como desde ese año han experimentado un aumento de más de 3 mil millones de dólares respecto al año anterior. Si bien estos recursos, en su mayor parte, se destinan a gastos de manutención y salud, constituyen un estímulo al consumo en pequeñas localidades, así como en puntos de venta más populares. En este sentido, las remesas han continuado creciendo de manera vigorosa, por lo que se espera continúen estimulando el consumo en los siguientes años.
Conclusión
El consumo ha evolucionado de manera satisfactoria durante el primer semestre de 2019. Sin embargo, los indicadores económicos sugieren señales mixtas respecto a la evolución de esta actividad. En efecto, los sueldos y salarios han tenido ganancias marginales respecto a la dinámica de los precios; y las remesas han crecido de manera significativa en los últimos tres años. En contraste, la tasa de variación del crédito en prácticamente todas sus modalidades ha disminuido desde mediados de 2018; la demanda de billetes y monedas se ha contraído, y el gasto gubernamental se ha ejercido de manera insuficiente y errática por tratarse de una nueva administración que está en el proceso de implementar un sinnúmero de programas sociales para apoyar a la juventud y a la tercera edad.
Entonces ¿por qué crece el consumo? Cabe señalar que los mercados formales continúan ganando terreno respecto a los tradicionales o los informales gracias a su estrategia de venta. No solamente se han creado una variedad de formatos para llegar a todos los estratos de ingreso de la población, sino que también se ha invertido en innovación tecnológica para ofrecer las mejores opciones a los precios más atractivos en todas las líneas de productos. Adicionalmente, la competencia genera un mayor número de oportunidades en cuanto a ofertas y promociones al consumidor; se trata de ganar el gasto de las familias.
Adicionalmente, el comercio moderno y otros servicios como los de alimentación continúan creciendo, derivado de la estrategia de posicionarse en ciertos lugares que de no hacerlo los ocupará la competencia. Así, en muchas ciudades de la república mexicana se observa una serie de comercios y de restaurantes que se alinean para satisfacer la demanda del consumidor. Por último, cabe señalar que el consumo es un pilar de crecimiento del PIB, ya que se espera que crezca por arriba de la cifra de este en 2019 y 2020.
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Javier Salas Martín del Campo
Ingeniero industrial egresado de la UNAM. Maestro en Economía por la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, Estados Unidos, y doctor en Economía por la misma institución. Fue director de Precios, Salarios y Productividad del Banco de México de 1999 a 2010.
A partir de 2011, se integró al equipo de la ANTAD, a cargo de la Dirección de Estudios Económicos.