La inteligencia artificial (IA) es una herramienta fundamental que se pone al servicio de todas las industrias. Sin embargo, muchas personas consideran que podría afectar al ecosistema laboral de forma negativa. Esta idea se basa en la creencia de que reemplazará a las personas en sus puestos de trabajo. En este contexto, la pregunta es: ¿la inteligencia artificial es una oportunidad para el sector o una alarma para los trabajadores?
En primer lugar, no hay duda de que la IA está cambiando rápidamente la configuración de la fuerza laboral actual, impactando directamente en las habilidades del futuro y en el diagrama de los puestos de trabajo. Un ejemplo concreto de su aplicación son los conocidos chatbots o bots conversacionales, es decir, programas de IA que simulan un diálogo con el cliente y le responden de forma automatizada.
Sin embargo, últimamente comenzaron a popularizarse nuevos modelos de IA que rompen con el paradigma actual y lo llevan a un siguiente nivel, como es el caso de Chat GPT. Se trata de sistemas de computación que pueden interactuar de manera conversacional, diseñados para realizar tareas que normalmente requieren de inteligencia humana, como entender el lenguaje natural y razonar. Este formato hace posible que la herramienta acepte sus propios errores, cuestione premisas incorrectas y obtenga la información necesaria para dar la respuesta solicitada con el contexto correcto.
Efectivamente los avances tecnológicos cambian constantemente (y cada vez más rápido) las reglas del juego y ahora es posible tener interacción con una máquina que tiene la capacidad de comprender, generar lenguaje humano y ayudar con preguntas sobre una variedad de temas.
No obstante, existen diferencias fundamentales entre la inteligencia artificial y la humana, que determinan las tareas que pueden realizar cada una de ellas. Mientras que la IA se refiere a una serie de algoritmos –pasos ordenados y estructurados- que sirven para resolver determinados problemas específicos, los humanos poseemos inteligencia emocional, sentido común y conciencia. Esta última característica tiene tal poder y relevancia que funciona como punto de inflexión y principal diferencia a la hora de abordar un trabajo.
Evidentemente, la evolución hacia el formato conversacional nos interpela como sociedad ya que, por primera vez, las máquinas parecieran lograr cierta autonomía. Sin embargo, las tecnologías como ChatGPT no tienen la capacidad de reemplazar a las personas por completo, dado que habilidades como la creatividad, el análisis crítico, la interpretación y el trabajo en equipo son difíciles de automatizar.
Y aunque exista el potencial para influir en algunos trabajos o industrias, la herramienta adquiere un considerable carácter positivo teniendo en cuenta que puede abrir nuevas oportunidades y colaborar con la productividad y eficiencia.
En Napse nos especializamos, hace más de 30 años, en soluciones de automatización del retail, con usos y aplicaciones que resultan de gran valor para los comercios grandes y medianos de Latinoamérica: desde la mejora en la atención al cliente, la eficiencia en operación y logística, el diseño de estrategias comerciales y promociones, hasta el fortalecimiento de la seguridad informática o el cálculo en el costo del envío de los productos.
Desde nuestro lugar, vemos y materializamos una de las principales ventajas de la IA: facilitar la tarea del retailer y conocer mejor a sus clientes para ofrecerles opciones a medida y una experiencia personalizada.
Entonces, la pregunta que surge a raíz de esta reflexión es: ¿hasta dónde será posible para la inteligencia artificial evolucionar en algo más que una herramienta para facilitar y optimizar procesos?